3 Días en Sevilla

3 Días en Sevilla El tercer día puede iniciarse con la visita al Museo de Bellas Artes de Sevilla. La pinacoteca alberga sus colecciones de fondos permanentes (Zurbarán, Murillo, Valdés Leal) y otras temporales.

3 Días en Sevilla

3 Días en Sevilla El tercer día puede iniciarse con la visita al Museo de Bellas Artes de Sevilla. La pinacoteca alberga sus colecciones de fondos permanentes (Zurbarán, Murillo, Valdés Leal) y otras temporales.
El museo tiene su origen en las dependencias de lo que fue el convento de la Merced, que se iría reformando en el siglo XVII en un edificio prototípico del manierismo andaluz. La entrada a la pinacoteca da a la plaza del Museo, presidida por la estatua del pintor Bartolomé Esteban Murillo (autor de las famosas iconografías de la Inmaculada). Los domingos la plaza se convierte en un curioso mercadillo de arte que atrae a turistas y a nativos. En los alrededores del museo se vertebran calles que remiten a los silencios de una ciudad ensimismada.

Existe, cierto es, el folclore de la guitarra y el flamenco. Pero también hay que saber apreciar el folclore autóctono del silencio en una ciudad que a ratos parece embriagada. El barrio de San Lorenzo se encuentra en esta retícula de calles que desde San Vicente invitan al paseo. Son habituales las fachadas de casas señoriales y los patios entrevistos entre la acera y el zaguán.

En la plaza del barrio resultan paredañas la iglesia de San Lorenzo (véase su peculiar veleta) y la basílica de Jesús del Gran Poder. De traza moderna, la basílica preserva al que es considerado el Señor de Sevilla, obra del imaginero Juan de Mesa. Como habrá podido observar el visitante (azulejerías, iglesias, relieves, muros conventuales), la ciudad preserva en muchos de sus recodos su religiosidad cultural.

La otra cara de Sevilla

Entre la Alameda de Hércules y San Lorenzo se halla el convento de Santa Clara, hoy reconvertido en Espacio Cultural. Se trata de una finca propia dentro del caserío más autóctono de la ciudad. La torre albarrana de Don Fadrique, con su historia y su leyenda de amoríos medievales, se alza intramuros de este nuevo espacio para usos culturales. En este tercer y último día de visita hay que salir al encuentro de otra Sevilla variopinta.

La arquitectura de vanguardia se alza en el Metropol-Parasol, obra del arquitecto alemán Jürgen Mayer, donde en su parte baja se encuentra el Antiquarium, donde se preservan restos arqueológicos desde época romana de la antigua Híspalis. Desde la Encarnación hacia el caserío norte de la ciudad existe toda una Sevilla camaleónica. Disfrútenla.

Se recomienda andar en zig-zag. No importan las horas. Perderse es una cosa. Saber perderse es otra distinta. De ahí la ruta que lleva a las tiendas ‘vintage’ y a las gallery-shops. El esnob tipo ‘hipster’ se mezcla con el castizo. Desde la calle Feria hasta la Macarena se suceden viñetas humanas inolvidables. Hay de todo. Tabernas a la vieja usanza y gastrobares con tapas de autor. Iglesias gótico-mudéjares y locales alternativos. Tendencias y tipismo. Librerías con encanto y anticuarias. En ciertas guías del turismo gay se recomienda visitar el entorno de la Alameda de Hércules. Pero este Soho sevillano, el Williamsburg de Brooklyn a este lado del charco, es mucho más que un simple cliché.

Hospital de las Cinco Llagas

Las bellas espadañas de los conventos que aquí se suceden le recuerdan al paseante que no se ha equivocado de ruta (Espíritu Santo, Socorro, Santa Paula, Santa Isabel). Azulejerías, calles laberínticas, barreduelas, plazoletas. En dirección norte, se encuentra el Palacio de los Marqueses de la Algaba, Centro del Mudéjar, y tras él se llega hasta el Arco de la Macarena.

La basílica contigua alberga en su altar a una de las grandes devociones religiosas de la ciudad: la Virgen de la Esperanza Macarena. Un museo monográfico explica la importancia de la Macarena en la crónica sentimental de la ciudad. A pocos metros se alza la joya civil del renacimiento sevillano: el Hospital de las Cinco Llagas, hoy sede del Parlamento de Andalucía. Su mesura a ojos vista es la estampa contraria al abigarramiento del barroco. Hacia el no lejano puente de la Barqueta, más allá del río Guadalquivir, el visitante podrá admirar una especie de ciudad-ficción.

Monasterio de la Cartuja

Son los terrenos de la Exposición Universal de Sevilla de 1992, cuya memoria aún pervive en el subconsciente de la ciudad. La Expo’92 remodeló gran parte del mapa urbano de Sevilla. En estos terrenos hay donde elegir: el parque de atracciones Isla Mágica o, hacia Triana, el antiguo monasterio de la Cartuja (sede actual del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo) y el más que recomendable Pabellón de la Navegación. La pasarela de la Cartuja cruza el río y llega hasta el mismo CAAC desde la calle Torneo. Y recuérdese siempre. Salvo excepciones, el método Borges: pasear, pasear y pasear.