2 Días en Sevilla

Se puede recorrer al método Borges (con los pies) o también, sobre todo si el visitante emprende su segundo día en la ciudad, en bicicleta.
Se puede recorrer al método Borges (con los pies) o también, sobre todo si el visitante emprende su segundo día en la ciudad, en bicicleta.

2 Días en Sevilla

A pie, en bicicleta o en el vistoso coche de caballos, conviene rendir visita al parque de María Luisa, auténtico jardín de la ciudad. Entre la cúpula de árboles se halla la Plaza de España, obra de Aníbal González, artífice de la arquitectura regionalista del siglo XX. Véase el gusto por el ladrillo cocido y la cerámica vidriada. Muchos edificios civiles de la ciudad adoptaron este estilo autóctono, denominado Regionalismo.

Museo de Artes y Costumbres Populares

En el parque de María Luisa se refugia la infancia de muchos sevillanos. La plaza de América cuenta con el Museo Arqueológico y el Museo de Artes y Costumbres Populares. Pero para los sevillanos que se remiten a su niñez, la plaza de América no es otra que la plaza de las palomas. Los edificios y pabellones del entorno fueron diseñados para la Exposición Iberoamericana de 1929. Desde el Costurero de la Reina, parten rutas que facilitan la visita a esta zona de la ciudad.

Cercano al parque se halla el Palacio de San Telmo, antigua mansión aristocrática de los duques de Montpensier y luego seminario de la Archidiócesis. Hoy, tras su prolija restauración, es la sede de la presidencia del gobierno regional de la Junta de Andalucía.

Palacio de San Telmo

Aledaño a San Telmo se halla la Real Fábrica de Tabacos (hoy parte de la histórica Universidad de Sevilla, fundada en 1505). En el siglo XIX, entre la admiración y el tópico, cobraron fama legendaria sus cigarreras. Había nacido el mito (la ‘Carmen’ de Merimée) y un icono de la ópera mundial (la ‘Carmen’ de Bizet). De hecho, Sevilla ofrece a los visitantes el producto turístico Sevilla Ciudad de Ópera. La ciudad ha inspirado y ha sido escenario a lo largo de los siglos de más de un centenar de obras del género lírico mayor (‘Fidelio’ de Beethoven, ‘Fígaro’ de Mozart, ‘El Barbero de Sevilla’ de Rossini, ‘La fuerza del destino’ de Verdi, etc.) y ninguna ciudad europea puede comparársele en tal sentido.

Barrio de Santa Cruz

Desde la Fábrica de Tabacos el turista puede recorrer los cercanos jardines de Murillo. A través de callejones adyacentes se accede otra vez al laberíntico barrio de Santa Cruz. El Hospital de los Venerables nos retrotrae a la Sevilla de los siglos detenidos (si alberga alguna exposición cultural conviene reparar en ella). No muy lejos, en dirección a la Alfalfa, se encuentra el Museo de Baile Flamenco.
Desde Santa Cruz también se accede a Santa María la Blanca, iglesia y anterior sinagoga judía, recientemente restaurada. El visitante se halla en la popular Puerta de la Carne. Pero el trazo de la antigua Judería aún pervive en calles estrechísimas y de nombres evocativos (calle Levíes). Vueltas y revueltas aguardan al paseante, que habrá de dejarse perder por entre callecitas donde casi no caben los suspiros, como las del entorno de San Bartolomé. De la Puerta de la Carne se puede ir a pie hasta la siguiente Puerta de Carmona. El nomenclátor de la ciudad recuerda el nombre de las puertas de la muralla por las que antaño se accedía a la ciudad.

Casa de pilatos

La Casa de Pilatos (siglos XV-XVI), reflejo del linaje de los Enríquez y los Ribera, es el icono turístico de esta zona. Sevilla es una ciudad cuyo rico patrimonio resulta de la confluencia. La Casa de Pilatos muestra el tamiz de sus diversos estilos: gótico-mudéjar, renacentista y romántico. Entre la casa-palacio sevillana y el ‘palazzo’ italiano, el curioso nombre de Casa Pilatos remite a la Pasión de Cristo. 

Intramuros se celebraba el Vía Crucis de cuaresma, hasta que la devoción popular la convirtió en la primera de las catorce estaciones que llevaban hasta el templete de la Cruz del Campo. A lo largo de la moderna calle Luis Montoto se pueden contemplar las azulejerías que remiten al piadoso ejercicio del Vía Crucis. 

En dicha arteria aún perviven restos de los antiguos caños de Carmona que durante siglos abastecieron de agua a la ciudad.